DOS TIPOS AUDACES
Revisando el arcón de los recuerdos, encontré este material; y me vino a la mente tantos momentos inolvidables. cuanta nostalgia!!!!. Corría abril de 1976, y el país estaba cambiando, estaba "raro", se empezaba a teñir de gris. Un domingo de pascuas, como el de el fin de semana que pasó; y en la bombonera otra vez millonarios y bosteros, o simplemente nosotros y ellos; esta vez con la inyección de dosis ganadora que había aplicado "Angelito". Del partido en sí no hubo mayores incidencias; pero si me quedo con el inmenso placer de salir de la boca triunfadores. Un triunfo que se sostuvo en dos verdaderos titanes, mis ídolos, "El mariscal" y "El pato". Dos caballeros generosos de talento, eso que no a cualquiera le sobra; dos aventureros, dos corazones valientes; que se agrandaban en las paradas difíciles, esas que tanto les gustaban, esas que les calzaban a la perfección. Sus especialidades: Las finales y la boca. El mariscal era elegancia. Era el fútbol de smoking. Fútbol champagne. Relucía en hombría, salía del fondo jugando, con cabeza levantada, para arremeter en ofensiva. Grabó en mis retinas los surcos vibrantes y profundos de su personalidad, como profesional y como persona, como cuando llegó a River con 33 años y el mismo hambre de victoria que a los 24. En ese partido nos dio el triunfo con un tiro libre que fue un misil. Un puñal, clavado al alma. El mariscal con su fuerza, su temperamento y su personalidad; como ayer y siempre. El pato desafiaba las leyes de la física, volaba y quedaba suspendido en el aire. Se recuperaba y volvía a tapar otra pelota de gol en la misma jugada. Siempre me pregunté como lo haría. Hay situaciones ideales para describir el temple de un hombre y en ese partido ocurrió un incidente entre el pato y un "alcanza-pelotas", que curiosamente no era una criatura; era un adulto provocador, una suerte de panadero del pasado; y el Pato vivió una tarde particular con la hinchada que abandona; pero eso lo agrandó, lo fortaleció,tapando 3 ó 4 situaciones de gol. Y a tal punto se agrandó, que su salida triunfal de la cancha fue mostrando a la tribuna de boca la camiseta que usaba debajo del buzo. Un monstruo!!!. Para esa época no se podía salir a la calle sin documento, y como es sabido en la foto del documento nunca se sale bien. Cuando me preguntaban que estaba mirando en la foto de la cédula de identidad, desde esa tarde yo contestaba estoy viendo el gol del mariscal y al pato volar sin alas...