LAS TELAS DE LA HISTORIA
-¿Y viejo, como te fue?
-Tranquilo Cabezón que va a estar todo bien…¿Ya compraste las cosas para mañana?
-¿Tranquilo? Tranquilos los huevos papá. ¿Está todo bien?
-No te asustes, hay algo. Hay que determinar si es para preocuparse o no. Pero tranquilo. ¿Compraste las cosas para mañana?
-La puta que lo pario con las cosas para mañana. Mira lo que me estas contando boludo y te importan las cosas para mañana.
-Solo te dije la verdad Beto, ¿no querías eso? Por favor no te preocupes al pedo si todavía no sabemos nada. Tengo una idea para mañana…
-Y dale con mañana.
-Yo sé que te preocupa el resultado del estudio, pero también sé que estas re cagado para mañana, no te hagás el pelotudo…tengo ganas de buscarlo al viejo para que mire el partido con nosotros.
-¿VOS ESTAS LOCO PAPÁ? Como lo vas a traer al abuelo…Viejo, ya ni nos conoce. Anda a saber cómo reacciona. Déjalo ahí tranquilo.
El Nono hace ya 2 años y medio que está en la residencia por su maldita enfermedad. Muy bien cuidado. “El alemán”, como amigablemente lo llaman quienes no hay tenido contacto alguno con él aun. Emilio lo tuvo todo lo que pudo en su casa, pero ya no podía más. Era simplemente imposible.
-Pero Beto…mañana lo ganamos, una vez más quiero vivir el gol del Pipa. La última. Quizás el viejo algo siente. ¿Y si le hace bien? Ya probé todo Beto, ya sabes que probamos de todo. Dejame que lo traiga.
Hace 34 años, un loco que llevaba la 10 de River jugó un partido en la cancha de Boca con una pelota anaranjada. Por ese entonces Emilio y Alicia, 2 meses antes se habían enterado que iban a ser padres. Con toda la juventud encima, estaban felices pero al mismo tiempo muy asustados. El nombre era una disputa a muerte. Como con cada varón que nace del fruto de un fanático de fútbol. ¿Cómo explicar la alegría del padre luego del famoso partido? Ya casi con el niño en la gatera, Emilio fue claro con Alicia:
-Una sola cosa te voy a decir mi vida…me van sacar con los pies para adelante del hospital si no le ponemos Norberto. La madre del niño nunca entendió de dónde sacó semejante frase.
Alicia aceptó, a regañadientes por afuera. Pero muy contenta por dentro. Aunque no sabía mucho de fútbol, si entendía todo lo que le importaba al padre el Club Atlético River Plate. Además, ni lerda ni perezosa, pensaba que correría con ventaja para futuras decisiones importantes. Como bien sabemos, pocas cosas gratis hay en esta hermosa vida.
-¿Vos decís papá? No me pongas el 2015 como ejemplo boludo. ¿Cuándo vamos a repetir un día así?
El 5 de agosto del 2015 fue la última vez que fueron los 4 juntos a la cancha, increíblemente. Meses antes que al nono lo lleven de casa de manera definitiva. Aún estaba bastante lucido aunque las lagunas de inconsciencia tenían cada vez más agua. Pero ese día, Octavio por lo único que se sintió mojado fue por el tremendo aguacero que se desató esa noche. Lloró desde que empezó a ver el Monumental hasta que se alejó para siempre por la noche. Fueron imágenes de toda una vida en esas tribunas. Y fue la alegría máxima cuando él, Emilio, el Beto y Enzo se abrazaron con todas las fuerzas posibles luego del que el flaco metiera el cabezazo a la gloria.
Las 4 camisetas se fundieron en una sola, los 8 brazos quedaron invisibles entre los colores de las diferentes telas. Cada una con su historia y con su dueño. Cada época marcada a fuego, y con una flecha que las unía de principio a fin. Un flecha construida por Octavio y finalizada por Enzo, con sus jóvenes pero afortunados 9 años.
Lamentablemente, meses después el Nono ya no pudo mirar más los partidos en casa con la frazada en las piernas, ni preguntarle “¿qué equipo es ese?” al tipo que vivía con él. La vida da tantos momentos tristes que a los felices, que también son muchos, hay que buscarlos y disfrutarlos como si fueran los últimos minutos de aliento.
-Si papá ya tengo todo para mañana, podes creer que a la mañana tengo una reunión en la escuela porque el pelotudo del Enzo se agarró piñas con un compañero de Boca. ¿No lo habremos enfermado mucho viejo?
-¿Enfermado decís? ¿Vos te sentís enfermo con esta sana locura?
La sonrisa complaciente del Beto contestó la pregunta rápidamente. Poco entienden a quienes viven el fútbol de esta manera, los que ven la cuestión desde afuera. Los que nunca pisaron una cancha llena ni se pelearon con un compañero (como el Enzo) por defender a “muerte” una camiseta. La verdad es que nosotros tampoco lo entendemos mucho, solamente lo disfrutamos. No saben lo nos gustaría poder expresar cuánto.
-Lo voy a traer cabeza, que san puta lo lleve…lo voy a traer. Ya la estoy viendo a la mami cagándome a pedos por la “inconsciencia” que voy a cometer. Le sacaba canas verdes pobre, pero yo sé que me disfrutaba, ella era mi conciencia para poder disfrutar un poquito mejor de mis locuras. La extraño cabeza, mucho. Y más estos días, te debe pasar a vos con la “negra”…nada sería igual sin ellas al lado, no siquiera esta pasión que poco entienden.
-Y bueno pa, vamos a traerlo. Que esté con nosotros, no nos perdonaría nunca no haberlo visto justos…Te quiero papá, te quiero mucho.
-Hola buen día…
-¿Cómo le va Emilio? ¿Viene a charlar un rato del partido con Don Octavio?
-No, para nada…vengo a buscarlo para verlo en casa con los chicos.
Esta vez no era la cancha, habían decidido no ir. El estudio que se había hecho Emilio no era gratis. Y prioridades, son prioridades. El viaje, la estadía y la entrada, todo multiplicado por 3 era imposible.
Las camisetas estaban otra vez, como hace casi 3 años. Las mismas de aquella noche de lluvia. Con las mismas ilusiones y nervios. Otra vez, quizás la última, los 4 estaban esperando que su River Plate les brinde otro día para el recuerdo eterno.
La felicidad y algarabía que se vivió la noche del 14 de Marzo de 2018 es ese hogar fue la misma que en todas las casas donde había un televisor prendido y una camiseta millonaria. Los abrazos y las lágrimas de alegría, esas que uno no se cansa de derramar, hicieron otra jornada inolvidable para esta dinastía gallina.
Faltaban pocos minutos para el final, ya no había forma que se escape. Y al Beto se le ocurrió mirar al Nono, para emocionarse aunque sea viéndolo. Extrañándolo en su misma presencia. Aunque algo le llamó poderosamente la atención. Don Octavio tenía algo raro, su mirada no parecía tan lejana y sus ojos mostraban un brillo que hacían un buen tiempo que no mostraban.
-Papá, papá por favor fíjate el Nono como te mira…
Emilio se acercó tímidamente y se inclinó hacia la silla de ruedas. Esta vez su querido viejo no le preguntó quién era, ni que camiseta tenía puesta. Solo le agarró la cara y le obsequió una mirada que Emilio no veía hacía casi 3 años. Una mirada conocida. Don Octavio se quedó mirándolo, por unos segundos que parecieron años. Se quedó mirándolo, con las mismas lágrimas en los ojos que esa última noche en el Monumental.