A 20 años de un amor que será eterno…
Recuerdo mi primer gol oficial. Yo no soy jugador de fútbol, pero recuerdo que fue contra nuestro eterno rival, al fin y al cabo, cada semana jugábamos contra un eterno rival distinto. Recuerdo que fue con la camiseta del club vecinal, y el rival no recuerdo si era San José o San Juan, no influye demasiado. Si me apuran ahora diría que fue una jugada individual de un compañero por derecha, que largó un buscapié que me encontró en el lugar justo, en el momento indicado. El arquero volvía sobre sus pasos ya sin esperanzas de llegar, no me quedaba mas que empujarla. Pero mi memoria, no se si para hacerme sentir bien, o para hacer legendario ese momento, insiste en que esa jugada individual fue mía, y ese compañero aparecía para devolver una pared para dejarme solo frente al arquero. Pero la jugada individual fue mía. Yo no se cual es la verdad, pero es la verdad que me gusta creer. Al fin y al cabo eso no cambia la historia.
Yo era 3. Me encantaba ser 3. Zurdo, por izquierda, correr por la banda. Me encantaba ver a Sorin, yo soñaba ser como Sorin. Todos querían ser como Crespo, como Batistuta, como Maradona o como el Príncipe. Pero yo quería ser Sorin, por eso no tenia que cantar “pri” para ser Gallardo. “Soy Francescoli cante pri”. Yo era Sorin y no tenia que cantar “pri”, porque Sorin no hacia goles y nadie quería ser Sorin. Yo si, yo quería correr como el, yo quería tener el pelo largo como él. Recuerdo que una vez mi abuelo viendo un partido me dijo: “ese muchacho tiene tres pulmones” y yo, tan inocente me sentía mal por lo cruel que habrían sido los chicos en el colegio con él, por su deformidad, me daba pena por él.
Cada tanto le pregunto a mi memoria: ¿Me podes contar esa historia de vuelta?. Y ella me responde: ¿Cuál, la de tu primer gol? ¿Otra vez? ¿No queres escuchar la de tus primeras vacaciones, o el día que terminaste el colegio o la de… y yo interrumpo y le digo que no. Que quiero escuchar ese gol, que quiero escuchar como me lo cuenta, y como le va agregando sus ribetes para hacerlo mas legendario. Entonces empieza a contar que arranqué de atrás con la mirada fija en la pelota, como si fuéramos inseparables. Siempre acariciándola con la cara interna del pie izquierdo, pasando a dos jugadores y armando una pared que me dejaría solo frente al arquero. La cara interna del mismo pie, solo aparecería para empujar la pelota pegada al poste derecho. Y cuando lo cuenta tiene en los ojos ese brillo que solo tienen los que aman lo que hacen. Y me cuenta que en el cielo ese día no había nube, que el sol brillaba mas fuerte que nunca, me cuenta del canto de los pájaros esa mañana. Y yo sonrío escuchando, y viendo sus ojos cristalinos.
Siempre de chicos imitamos lo que vemos en nuestros ídolos. Cuando entraba a la cancha acariciaba el pasto y daba dos saltitos con el pie derecho. Al llegar al circulo central levantaba los brazos saludando a la tribuna, y no importaba si eran 5, 10 o 70 mil personas. Lo hacia con el mismo amor que lo hace un juvenil que llega a primera.
En fin, no importa como fue aquel gol, lo que importa es lo que pasó después. Yo Salí corriendo sin saber que hacer y fue ahí que comprendí porque los demás chicos no querían ser Sorín. ¿Cómo festejaría Sorin? Me pregunte en medio de la corrida. Pero no tenia respuesta. Seguí corriendo sin saber que hacer, entonces me di cuenta. Pare repentinamente y mirando a la tribuna adelante el pie izquierdo, apoye la rodilla derecha en el pasto, bajé la frente y levante el dedo índice apuntando al cielo. “yo quiero ser Salas” pensé, “yo quiero ser como el chileno”. No quería dejar de ser Sorin y correr con el pelo al viento en la banda izquierda, pero también quería ser Salas, el matador de Temuco.
Hoy, de grande, no puedo dejar de sonreír cuando veo a un pibe imitar el festejo de su ídolo. Recuerdo a Juampi corriendo por la izquierda y ya no me da pena que haya nacido con 3 pulmones. Como olvidarme del chileno haciendo magia con la zurda, y en esta si que mi memoria no me miente.
A 20 años de tu debut chileno, como vendería 90 años de mi vida por volver a verte 90 minutos con la banda.
Alan Martín Snitifker.