DE ESTO TE VAS A ACORDAR TODA TU VIDA!
El fútbol tiene una magia, tiene algo, tiene un don. Algo extraño, extraño y certero. El fútbol existe por una razón lógica, y es hacernos saber a nosotros, a los hombres duros, que al fin y al cabo somos almas endebles. Esos tipos, a los que tanto les cuesta un “te quiero”, lloran como niños ante un centro en el último minuto, o una situación de gol que pueda arrebatarnos un campeonato. Así estaba yo, haciendo puchero, llorando y gritando, como si fuera lo ultimo que haría, ante un centro exquisito, un cabezazo letal y una red que se inflaba. Arrodillado en un living de una casa que no era la mía, vi justo en ese momento a mi sobrino traspasar la puerta con ojos bien abiertos y una voz asustada preguntando que pasaba. “gol” le dije con lagrimas en los ojos, “es gol de River, es gol de Alario”, mientras lo abrazaba, lo ponía bien cerca mio y le decía “quédate acá, sentate al lado mio y no te vayas, por favor no te vayas, que de esto te vas a acordar toda tu vida”. Yo lloraba y no quería abrazar a mi hermano por culpa de ese orgullo necio que nos paraliza. Ninguno de los dos quería perder lo poco que nos quedaba de dignidad. Volvía a abrazar a mi sobrino y a repetirle que no se vaya cada vez que la pelota estaba parada, jurándole que nada le borraría ese momento de la memoria. La imagen hablaba por si sola, el hombre duro llorando en el hombro de un niño de 9 años. Yo no sé si él entendió esas palabras, pero no se movió de su silla, se quedó sentado ahí, mirando el partido hasta que terminó. Y en ese “quédate acá” se guardaba algo más. En ese instante preciso se guardaba algo más. Lo entendí un tiempo después, pero en él, pude ver que vivía el YO de hace muchos años atrás. Yo hubiera deseado con toda mi alma que alguien me agarre fuerte, me siente en una silla y me diga “quédate acá, que de esto te vas a acordar toda tu vida”. En el 96 yo tendría casi su edad, pero nadie estuvo ahí para decirme “quédate acá que de esto no te vas a olvidar nunca” Ese es el gran dolor de los niños que no nacemos con los colores del padre. Hace un año mi sobrino aprendió que los hombres también lloran, hace un año aprendió que lo que no nos mata nos fortalece, hace un año que River volvió a ser River. Hace un año, y un poco mas, que un plantel completo quedó en la historia del futbol mundial y en lo profundo de nuestros corazones. Por muchos mas días inolvidables…