Que viva el fútbol, Piscu!

Corrían los 14 del segundo tiempo. El rival era ferro, comenzaba una nueva etapa, un nuevo sueño para todos nosotros. Todavía sentíamos en el corazón la cicatriz profunda de las lagrimas de Ramón, mientras Emiliano lo abrazaba por la espalda. Pero cuando un ciclo termina hay otro que empieza, y la ilusión era fuerte. El pasado nos dolía mucho, y sabíamos que el futuro era lo único que podía curarnos. A los 14 minutos entonces, de aquel partido contra ferro, el pibe se ataba los cordones en el banco, con la 15 en la espalda tocaba el piso y entraba a la cancha. Empezaba un ciclo para todos, de esos que nos llenan el alma, de esos que cuando terminan nos dejan un vacío enorme. El amor llego rápido, ¿Cómo no enamorarse con ese gol a Rosario? Acariciando la pelota con el pie izquierdo, para luego acuñarla en su derecha, y mientras la defensa de Rosario se enredaba los pies…a sus pies, él, como con la mano, mandaba la pelota donde el arquero la sufre. Pero eso no era nada, eso recién empezaba. Un 27 de noviembre, de esos que no olvidaremos nunca, miraba el partido, mientras el escribía a zurdazos en el libro de las hazañas, de nuestra historia grande, y yo me enamore, todos nos enamoramos de él, y empezó a vivir el futbol. “ Por afuera Vangioni Mora. Pase atrás, por afuera Vangioni, Ponzio. Ahora si para Vangioni. Ataca Vangioni, mete un busca pie, le queda a Pisculichi, gooooool”. Recuerdo el relato perfectamente “en una noche de película para Gallardo, no apta para cardiacos, que arranco con el penal de Barovero…”, recuerdo el abrazo posterior con el muñeco y me emociono. Recuerdo la cantidad de abrazos de gol con mi hermano, con mis sobrinos, con algún amigo, que di gracias a Leo. Eso no me lo saca nadie. Recuerdo que dudé cuando vino, y confieso que lloro su partida. De a poco los soldados se fueron separando, y esta trinchera hoy la cuidamos nosotros, los hinchas, esta trinchera no va a quedar vacía, y siempre va a haber alguien que lo recuerde, asi, pegándole con cara interna del botín izquierdo ahí, donde el arquero no llega. Cada vez que tengamos un tiro libre a favor vamos a pensar por qué te fuiste. Que para siempre viva el futbol, y que viva Pisculichi!